“SUBJETIVIDADES DE CLASE Y PROYECTOS
LABORALES DE JEFES DE HOGAR EN SANTIAGO: UNA EXPRESIÓN DE LAS TRANSFORMACIONES
DEL CHILE POSDICTATORIAL” *
Núcleo de Antropología Económica[1]
Resumen
Este artículo presenta los principales resultados del proyecto “Proyectos de vida familiares e individuales en las
Clases Sociales en Chile”, cuyo objetivo general fue caracterizar el proceso de construcción de proyectos de vida en relación a la posición
estructural que ocupa el agente, en el contexto de la relación entre clases y
subjetividad. Lo que se propone en este estudio es una aproximación empírica y
cualitativa a este problema, mediante la realización de 42 entrevistas en
profundidad a jefes de hogar de la Región Metropolitana, dando como resultado
una clasificación de tales proyectos en tres tipos: adaptación, estabilización
y modificación.
Palabras clave: Proyectos de
vida; clase; subjetividad; trabajo; antropología
económica.
Introducción
El principal objetivo del proyecto “Proyectos de
vida familiares e individuales en las Clases Sociales en Chile” financiado por
el I Concurso Proyectos de Iniciación
en Investigación Social FACSO 2010, fue fundamentar empíricamente un conjunto
de proposiciones teóricas sobre la relación entre clase y subjetividad, a través
de un concepto relativamente nuevo propuesto por Margaret Archer denominado
“proyectos de vida”. A través de esta investigación, de corte cualitativo, se
exploró un conjunto de fenómenos que se remiten las consecuencias, observables
en prácticas y discursos de los sujetos que ocupan ciertas posiciones (y no
otras) dentro de la estructura económica y social chilena.
La problemática
que sustenta la presente investigación se sustenta tanto en el ámbito teórico
como práctico. A nivel teórico, se desarrolló un esquema de clases que además de desarrollar este concepto novedoso
como herramienta heurística. Finalmente, la investigación fue una exploración
inédita no tanto por su enfoque cualitativo[2]
sino más bien, por el desafío disciplinar que implica para la antropología el
estudio de las clases sociales.
A nivel
temático, al observar el conjunto de transformaciones sociales y culturales que
ha sufrido nuestro país a partir del inicio de la década de los noventa,
destacan las que afectan la relación que tienen los chilenos con el trabajo. De
esta forma, una investigación como ésta permite no sólo explorar los malestares
u otra consecuencia subjetivos en torno al empleo y los planes de vida, sino
que además, enraizarlos a una base clasista, estableciendo comparaciones y
diferencias, pues en un país tan desigual como el nuestro, los cambios acecidos
no habrán impactado de la misma forma a lo largo de la estructura social
chilena.
Antecedentes
El
mercado laboral chileno muestra una evidente y profunda segmentación. Tenemos
por un lado, un grupo que se emplea en condiciones de relativa estabilidad, con
buenas condiciones laborales y que ha sabido sacar provecho de la política de
flexibilización que fue implementada en el país desde el Plan Laboral de 1986.
Sin embargo, con índices de desempleo focalizados en los sectores más
vulnerables, en los trabajadores más jóvenes y el aumento de los trabajadores
por cuenta propia y otras formas de autoempleo como la actividad
microempresarial (Soto, Espinoza & Gómez, 2008), indican que hay un
importante segmento de la población que se enfrenta a empleos precarios e
inestables. La gran mayoría de los trabajadores chilenos se encuentra en
niveles bastante bajos con respecto a una minoría que acumula la mayor
proporción de la riqueza nacional (Pérez, 2009).
Los trabajadores suelen aceptar las
condiciones laborales en las que se encuentran, presentándose la inestabilidad
como norma permanente de sus vidas al alero de las arbitrariedades del
empresariado. El trabajo, en estas condiciones, se constituye así como
esencialmente un medio para ganar dinero (PNUD, 2002), tomando centralidad en
la constitución subjetiva de las personas en tanto acción abstracta de trabajar
en sí y no como empleos específicos en instituciones específicas (Díaz, Godoy y
Stecher, 2005). Esta situación afectaría a todos los segmentos de la sociedad,
aunque en grados diferentes (Dirección del Trabajo, 2002). Así, la preeminencia
del capital sobre el trabajo ha sido vivida por las personas en la
precarización misma del trabajo, en la imposibilidad de encontrar en el empleo
una base segura sobre la cual proyectarse. Como dice Bauman (2001), el empleo
no ofrece hoy “un huso seguro en torno al
cual enrollar y fijar definiciones del yo, identidades y proyectos de vida”.
Con
respecto a la educación, que es vista como “la
manera de salir adelante” (Azócar, Azócar y Mayol, 2010), luego de la ola
privatizadora consolidada en estos años, se ve en este ámbito una fuerte
segmentación de la población, primero en los ciclos primario y secundario a
través de la distinción público – subvencionado – privado; y luego en el ciclo
terciario que diferencia a la población entre quienes han pasado por él y
quiénes no, pero luego entre quienes terminaron y quienes no terminaron su
carrera, entre quienes están en una universidad u otra, en una carrera u otra,
entre quienes realizaron o no posgrados (Pérez, 2009). Esto evidentemente
genera consecuencias a nivel estratificación social. Se ha constatado la expansión sin precedentes de la educación superior y
de los escolaridad (Núñez & Miranda, 2009) dentro del marco del
sostenido de privatización de la educación, lo que ha profundizado la
“segmentación y segregación del sistema educativo, seleccionando
los mejores alumnos en el
sector particular” (Redondo, 2009:6).
Sobre la
estructura social en el Chile post dictadura
Las diversas transformaciones que ha sufrido nuestro
país en los últimos cuarenta años han tenido importantes repercusiones en la
organización de la estructura social. En términos generales, al observar la
distribución del ingreso autónomo[3], se
advierte una alta concentración del mismo en último decil de la población a
nivel nacional (MIDEPLAN, Encuesta CASEN
2009). Lo que es un indicador inicial de la magnitud de la
desigualdad en Chile.
En términos ocupacionales, la estructura social
chilena ha devenido hacia la terciarización. Se observa una disminución
progresiva de ciertos sectores tales como la agricultura (consistente con la
creciente importancia del sector servicios); en los sectores medios se constata
la diminución de la población empleada en sector público, movimiento compensado
por el aumento del mismo en el sector privado, lo que indicaría el surgimiento
de una fuerza de trabajo de tipo no manual, proceso que se condice con las
propuestas de John Goldthorpe (Breen, 2006). En relación a los empleados y
obreros, pasan de emplearse en la industria y construcción hacia el sector
servicio (mercado de servicios financieros y comerciales).
¿Qué se dice cuando se habla de clase?
Una clase, en el sentido general de la palabra,
es una forma de agrupar un conjunto de cosas (o personas) que poseen cualidades
parecidas. En este punto se separan las dos principales tradiciones del
análisis de clases sociales: la weberiana, para la que existen tres
instituciones (el estado, el mercado y las comunidades) que generan tres
sistemas de clasificación o escalas sociales distintas; y la marxista, que
afirma que las clases económicas no
están definidas por el mercado sino que por la esfera de la producción,
aseverando que las clases económicas son las centrales pues estructuran a las
clases políticas (referidas al Estado) y las clases de prestigio o comunitarias[4].
Basándose en ello, los investigadores han propuesto complejizar el modelo: 1)
introduciendo otras clases económicas, asumiendo que tienen otra aproximación
al problema de la explotación, como es el caso de los gerentes; 2) admitiendo
distinciones internas, asumiendo que se puede dividir a trabajadores y
capitalistas en subclases sociales, por ejemplo trabajadores supervisados y
trabajadores que supervisan; y 3) retroalimentando con otras distinciones, como
posiciones de las industrias en la economía nacional, por ejemplo trabajadores
y capitalistas urbanos/rurales. Autores como Giddens (2010) y Wright (1994)
tienden a inclinarse por las dos últimas salidas, que serán aplicadas en el
presente estudio.
De este modo, nuestro esquema de clases queda
establecido por dos ejes:
1) La
clase social está determinada en primer lugar y antes que nada por la clase
económica donde están insertas las personas, y esta clase económica depende de
la posición que se ocupe dentro del sistema productivo. Así, se genera una diferencia
estructural entre quienes tienen propiedad sobre los medios de producción y
quienes venden su fuerza de trabajo, lo que ulteriormente tendría efectos sobre
los aspectos subjetivos de la vida de las personas.
2) Se
reconocen las clases de mercado, ya que los volúmenes con que se enfrentan las
personas dentro del mercado determinan el éxito que puedan tener dentro de sus
propias clases, los cual nos lleva a considerar dos aspectos:
a) Volumen
de operaciones para los capitalistas: siendo el mercado una institución que
tiene áreas competitivas, el nivel de operaciones que se alcanza como
capitalista es importante ya que determinará su probable éxito a futuro.
b) Volumen
de productividad o trabajo para los trabajadores: siendo el mercado una
institución dirigida por los capitalistas, ellos consideran relevante la
educación como elemento para conseguir recursos. De ahí que existan diferencias
importantes de posición entre un trabajador educado (profesional) y otro que no
cuenta con ese recurso.
Clase y
Familia en Chile: hacia una visión familia de la jerarquización familiar.
Antes de avanzar hacia la idea de proyecto, se
encuentra en la idea de familia un desafío particular: resolver si ésta es o no
un factor que altera la capacidad que tienen las clases para condicionar la
subjetividad; en otras palabras, se busca refractar esta influencia dentro de
un ambiente social diferente como es la unidad doméstica. En ese sentido, la familia se puede entender como: “Grupo de personas que interactúan en forma cotidiana, regular y
permanente, a fin de asegurar mancomunadamente el logro de los siguientes
objetivos: -…- la preservación de su vida; el cumplimiento de todas aquellas
prácticas, económicas y no económicas, indispensables para la optimización de
sus condiciones materiales y no materiales de existencia” (Torrado,
1982:8). Vale decir, como institución social, es un eje fundamental en la vida
de las personas y también cuando se aborda el estudio de la estructura social,
por cuanto posee un rol preponderante en su reproducción tanto a nivel
biológico como social. De ahí que se considere “uno de los lugares por antonomasia de la acumulación de capital bajo
sus diferentes especies” (2000: 133). Justamente considerando que la
familia de origen se constituye como el punto de partida desde donde los seres
humanos comienzan a moldear su trayectoria: desde elementos objetivos como
capitales económicos definidos, capitales sociales, culturales y simbólicos
claramente delimitados, hasta creencias sobre el mundo y las relaciones
sociales, y las esperanzas subjetivas (Bourdieu, 2010).
En países tan desiguales como Chile (PNUD 2010;
CASEN 2009; OCDE), la familia es una institución determinante y predictiva en
cuanto se considera cómo las personas se integran a la sociedad y qué tan
exitosas son en este proceso, y por lo tanto, está claramente limitada en
términos de clases sociales: algunas familias se ven absolutamente constreñidas
para acceder al consumo de ciertos bienes, mientras que otras minoritarias
pueden pagar todo aquello que consideren importante para su buen vivir. De esto
se desprende que a partir de las condiciones objetivas que posea una familia
son esperables distintas expectativas en el desarrollo de un proyecto de vida,
en la definición del bienestar y de las estrategias que desarrollarán para
conseguir sus metas. En otras palabras, la articulación de los proyectos de
vida tiene sin duda un arraigo primario relacionado con el punto de partida en
la estructura social, no sólo en términos objetivos, sino además en términos de
los vínculos sociales, experiencias subjetivas, estrategias, creencias, entre
otros, que son desarrolladas al interior de este espacio. Ello
además de las experiencias, capacidades y conocimientos que se van
desarrollando a lo largo de la vida, modelan proyectos de vida, que si bien
pueden variar en el tiempo, poseen una clara limitante vinculada con la
posición de la familia en la estructura social. Lo anterior nos hace suponer
que la subjetividad de un hijo o hija es diferente al de jefe/a de hogar, de
ahí que el segundo viva con mayor intensidad la experiencia de clase y como
está condiciona ciertos cursos de acción, marcando con mayor fuerza el proyecto
de vida.
Subjetividad,
Agencia y Proyecto
Para la sociología comprensiva, pareciese ser que la
noción de subjetividad tiene una orientación a la acción o el qué hacer de las
personas. Inspirado en Schutz, Giddens señala que la motivación denota más un
potencial para la acción que el modo en que el agente lleva adelante una acción
inveteradamente (…), unos motivos preveen planes generales o programas –
“proyectos” según la terminología de Schutz-” (1998:44), para luego observar
que “obrar no denota las intenciones que la gente tiene para hacer las cosas,
sino, en principio, su capacidad de hacer las cosas” (1998:46). Se entiende de
este modo que el sujeto, bajo este enfoque, es también un agente, una persona
que desarrolla agencia. Por otro lado, siguiendo a la antropóloga Sherry Ortner
(2003, 2006) se comprende que la agencia no es una voluntad natural o primaria,
si no que asume su forma de deseos e intenciones según es moldeada dentro de
una cierta matriz de subjetividad, de sentimientos, pensamientos y sentidos
constituidos culturalmente. De esta forma, el ámbito de constitución de los
sujetos vendría dado según las posibilidades de acción que tiene en condiciones
dadas, por lo que la transformación de éstas implica necesariamente la
transformación del sujeto. Por su parte, Archer propone la idea de la
reflexividad como mediación entre estas esferas de la realidad, pero remitida a
la construcción de proyectos por parte de los agentes; sean individuales o
colectivas, como una de los poderes agenciales más relevantes, entendiendo al
proyecto como “cualquier meta que un
agente social tiene, desde la satisfacción de necesidades biológicamente
basadas hasta la transformación utópica de la sociedad” (2009). Por último,
notamos que la idea de sentido práctico de Bourdieu (2001) identifica en las
prácticas el locus clave para observar la relación agencia / estructura fundida
en un habitus como sistema de disposiciones pre-conscientes. Siguiendo esta
lógica, para Bourdieu las prácticas se realizan entre las probabilidades
objetivas y las esperanzas subjetivas, es decir entre las posibilidades que dan
las condiciones objetivas y la reflexión de los agentes.
A modo de síntesis, consideraremos que la capacidad
agencial de una persona se podría caracterizar de la siguiente forma:
a)
Es una
actividad autónoma de los mecanismos externos, por ende, su naturaleza sui
generis le confiere poderes causales propios e independientes de aspectos
biológicos, sociales y culturales
b)
Es una forma
de transformación del sujeto y la subjetividad
c)
Su componente
esencial es la reflexividad, la capacidad de mantener una conversación interna (Archer 2003) que tiene lugar sobre el
tiempo y en el tiempo.
d)
Pese a la
existencia de dicha reflexividad, muchas de las decisiones de las personas se
basan en supuestos con que interpretan la realidad (Giddens, 1998) que en
situaciones particulares son producto de la influencia de ciertas estructuras
sociales, las cuales forma un hábitus (Bourdieu 1972, 2001)
En definitiva, y esto se deriva de lo anterior,
entendemos a los proyectos como enraizados en la experiencia y en condiciones
específicas, con lo que están afincados a las posibilidades reales de las
acciones, lo que nos permite el estudio de proyectos según clases sociales.
Además, están sustentados en la capacidad de las personas de hacer actual lo no
actual en el pensamiento, y en la memoria y aprendizaje de éstas que permite
que tengan una prefiguración de ese mundo, pudiendo así predecir ciertas
consecuencias de las acciones a realizar. De esta forma entenderemos los
proyectos de vida de las personas como cursos de acción posibles que los
agentes reflexivamente elaboran como prácticas con fines concretos, para lo
cual elaboran metas soportadas por expectativas que las dotan de sentido
normativo, y estrategias para la
consecución de tales metas. Lo anterior implica el hecho de la prefiguración
del mundo sobre el que se actúa, es decir de creencias de cómo funciona el mundo que permiten predecir las
consecuencias de los cursos de acción. Dentro de estos proyectos, aquel con
mayor importancia y qué le da sentido al resto lo denominaremos preocupación última (Archer, 2003).
Sobre la
metodología utilizada para el estudio empírico
Para dar cuenta tanto de los discursos como de las
prácticas de los individuos utilizamos entrevistas semi-estructuradas,
herramienta que permite además identificar la vinculación e importancia
asignada a diferentes proyectos y hace factible la articulación de esta
información con datos referidos a trayectorias y posición de clase, que se
recogieron mediante una ficha de datos personales. La muestra utilizada
escogida fue intencionada y respondía también a encontrar variedad interna
dentro de la muestra, a pesar de que estas características no fueron
consideradas como variables[5]:
Clase (categoría)
|
Tipo ocupacional
|
Nivel educacional
|
1.Empleados bajos
|
Asalariados sin supervisión de personal
|
- Básica incompleta
- Básica completa
- Media incompleta
- Media completa
|
2.Trabajadores auto empleados y micro empresarios
|
- Independientes
- Auto empleados en establecimientos de menor escala e inversión
- Micro empresarios (entre 2 y 9 empleados)
|
- Básica incompleta
- Básica completa
- Media incompleta
- Media completa
|
3.Empleados medios
|
- Empleados públicos sin autoridad
- Empleados públicos supervisores de personal
- Asalariados
- Asalariados supervisores de personal
|
- Estudios medios técnicos, técnicos o universitarios incompletos
- Estudios completos en CFTs no profesionales
|
4.Empleadores medios
|
- Pequeños empresarios (entre 10 y 49 empleados)
|
- Estudios medios-técnicos
- Estudios completos en CFTs no profesionales
- Estudios técnicos o universitarios incompletos
|
5.Empleados altos
|
- Profesionales asalariados sin autoridad
- Profesionales asalariados supervisores de personal
|
- Estudios superiores completos
|
6.Empleadores altos
|
- Medianos y grandes empresarios
- Inversores de capital
|
- Estudios superiores completos
|
La unidad de análisis de la investigación fueron
individuos de la Región Metropolitana que se hallan dentro de las posiciones de
clase establecidas. El universo de la investigación fueron las personas
residentes en la Región Metropolitana que debían responder a los siguientes
requisitos: estar en el rango de edad de entre 20 a 60 años, tener entre 1 y 4
hijos (que representan el 98,8% de la población chilena de acuerdo al Censo
2002), de los cuales el mayor debe estar en edad escolar. Esto último se debe a
que asumimos que la tenencia de hijos en estas edades obliga de alguna manera a
los individuos a cristalizar sus proyectos.
Resultados
Formas de entrar y
enfrentarse a la sociedad.
Una primera clave
para entender los proyectos de vida y la forma en que se diferencian, es la
manera en que se desarrollan como estrategias sobre la sociedad. Así, es
posible diferenciar proyectos de adaptación, estabilización y modificación
donde existe una clara distinción en la manera en que se comprende el trabajo
en las diferentes clases.
Adaptación.
Para el segmento de empleados bajos, el proyecto de vida
relaciona el aspecto laboral con el familiar, en la medida en que la
preocupación por mejorar la situación laboral actual va en directa relación con
la búsqueda de estabilidad y bienestar para la familia. Sin embargo, esto no
quita que exista una cierta autonomía entre ambos y una identificación personal
con el trabajo, lo que puede observarse en el deseo de tener nuevos desafíos y
aprendizajes que se asocia al ascenso. El proyecto carece de una proyección
concreta a largo e incluso mediano plazo; al contrario, se enfoca en superar
los obstáculos o aprovechas las oportunidades que otorga el presente.
“…pero
no sé si podrá haber una posibilidad de poder trabajar de lunes a viernes… mi
meta es esa ¿cachai? Lo mismo que estoy haciendo ahora pero algo de lunes a
viernes sería lo… Llegar temprano, llegar temprano a la casa, ver que la
Valentina (…) Y tener, y tener un sueldo fijo ¿cachai? Saber que si tú
respondís en tu trabajo (…), sabís que trabajai tantos días y tantas horas y
ganai tantas lucas ¿cachai?” Hombre,
33. Vendedor.
Los proyectos de vida
de la clase de auto-empleados y micro
empresarios tienen una mayor proyección hacia el futuro, estructurándose en
torno a dos metas: la búsqueda de tranquilidad económica en el sentido de un
estado de estabilidad –no se piensa en abundancia- que les permita construir la
vida que quieren para la vejez; y la independencia económica de los hijos. Esta
clase comparte la creencia de que el trabajo es la principal herramienta para
lograr lo que se quiere en la vida –no se ve como un fin o un proyecto en sí
mismo-, ya que permite tener estabilidad, independencia y ahorrar para el
futuro.
[Qué esperas de tu trabajo actual] “Surgir nomás po, por el momento. Surgir y ver otras metas, porque
esto mismo te puede ayudarte a otras metas. De acabar con tus estudios, de
seguir estudiando. Si teni esa meta, esto mismo te puede darte para terminar
con tus estudios, pero igual pa mi es una meta. De tener mis cosas personales
para mi trabajo es una meta, de ahí cumplir con otras cosas que se van dando en
el camino.” Hombre, 38 años. Colero de ferias libres.
Dentro del proyecto
de vida de los empleados medios se
distinguen claramente los aspectos laborales de los familiares, aunque los
cursos de acción para conseguir las metas de ambos tienden a mezclarse. Las
metas en este segmento tienen que ver con alcanzar un equilibrio entre trabajo
y familia –lo que implica mantener este último en el lugar que le corresponde,
diferenciándolo del resto- y con tener una vida familiar plena, en términos
afectivos.
“Yo
soy agradecida del SENAME, porque sin SENAME no podría tener una vida tan
tranquila en términos familiares, porque aquí hay guardería, entonces si no hubiera
guardería yo tendría que ver cómo lo
hago con mi hija(...) Además hago lo que yo estudié y lo que me gusta y
la libertad que hay aquí, a mi me gusta ser libre, esta libertad no siempre se
puede dar po, no siempre se da, afortunadamente a nosotros sí se nos da.” Mujer, 38. Empleada
pública área de abastecimiento, SENAME.
Estabilización
Para los empleadores medios los aspectos
laborales y personales son en cierto nivel autónomos entre ellos, aunque el
primero está supeditado al segundo y al familiar. Las expectativas en este segmento están relacionadas con aspectos mucho más
personales que en los anteriores, como obtener un título de educación
universitaria, y también con laborales, como fortalecer la empresa y tener
tranquilidad económica en la misma. Las estrategias, por una parte, también
están relacionadas con la empresa, con consolidarla y mejorar las condiciones
de funcionamiento y producción para sus trabajadores, para lo que planean
invertir en maquinarias y en menor medida, consideran la posibilidad de
capacitarlos. Por otra, tienen que ver con el estudio en términos personales y
con la crianza de los hijos, donde se destaca la inculcación de valores de
responsabilidad y hábitos de estudio.
“…una retribución acorde a lo que tú le entregas.
Entendiendo por eso una retribución normal, porque de repente hay gente que
está en estos negocios y se nubla, o cree que esta cuestión es una mina de oro
y efectivamente no lo es. (…) hoy en día que tengo un buen pasar, no manejo
deudas, pago los colegios de las niñas, vivo cómodamente, tiene un auto mi
señora, tengo un auto yo, lo básico y punto. No viajamos al extranjero, no se
hacen grandes cosas.”
Hombre, 47, empleado sector privado
El proyecto de vida
de los empleados altos o profesionales
si bien tienen una visión de sociedad y un interés en modificar ciertas
instituciones –partiendo principalmente por su propia área de experticia-, aún
trata de reproducir y estabilizar su
situación particular. Estas personas han alcanzado posiciones donde pueden
obtener recursos, pero igualmente han hecho
una evaluación más profunda del ambiente familiar, por lo que entienden que
éste tiene desafíos en sí mismo. Paralelamente, han encontrado tiempo para
evaluarse a sí mismos y encontrar necesidades propias como el crecimiento
espiritual –religioso, meditativo y de bienestar físico. Esta apertura a nuevos
problemas, producto de una satisfacción parcial en el aspecto económico, hace
crecer aspiraciones en el ámbito laboral como mejores remuneraciones, mejores
condiciones y mayor adecuación a las preferencias particulares; en el ámbito
familiar, como una mejor conexión; y en el ámbito personal como realización
personal más allá de la familia y el trabajo.
“(…) yo estoy tratando de trabajar menos
y ganar más, que me está resultando, ah te dije tener otra guagua, es que
estemos bien como familia y en ese sentido es tratar de que a lo mejor podamos
tomar decisiones como familia, que nos hagan a los dos poder trabajar menos en
realidad, trabajar menos. Entonces trabajar menos implica que podamos estar
conformes con un estándar de vida que tenemos ahora, no querer como de repente
acceder a tanto más.” Mujer, 39.
Psicóloga, académica-investigadora.
Modificación:
La clase de grandes empresarios, en tanto que sus
metas han sido alcanzadas, sus estrategias encuentran un nivel de coherencia
con prácticas que apuntan a asegurar el nivel dado modificando partes de la
sociedad (o conjuntos de personas en ella). Ya sea mediante el concepto de
caridad o de asociación gremial, hay un intento de cambiar ciertos patrones
sociales para defender sus intereses. De este modo, vemos no tan sólo las
diferencias de proyectos a nivel personal, laboral y familiar; sino también un
crecimiento cualitativo del área de influencia sobre la sociedad y otras
esferas. Ya no se busca tener una familia, sino consolidar una familia
extendida; ya no sólo es invertir en una empresa, sino consolidar una serie de
inversiones e incursiones sociales (caridad o gremios); y no es tan sólo un
crecimiento espiritual, sino una exploración religiosa/cívica del rol que
tienen.
“Yo te diría que es el lema tratar de trabajar menos y disfrutar y
viajar con la familia.
Que me guste, que me guste y me motive a venir
todos los días a hacerlo, eso [qué hace para lograrlo] Estudié, estudié
ingeniería comercial que me gusta, me gustan los números, y he sido súper, te
diría, consecuente con lo que he pensado siempre, he sido muy responsable, muy
dedicado, y casi obsesivo de tratar de hacer muy bien la pega.” Hombre, 49, Director de empresa.
Conclusiones
Mientras que el
trabajo en la clase con un proyecto adaptativo es lo que permite alcanzar ciertos
logros deseados (ahorrar, independencia, estabilidad, realización); en las
clases que buscan estabilización es aquello que no tan sólo es un medio para
alcanzar cosas, sino es algo que se tiene y se debe perfeccionar; hacerlo
rendir más, tener una ética de trabajo, encontrar un trabajo que se disfrute.
Las clases que buscan la modificación tiene una opinión más ideológica del
trabajo en el sentido que tiene una observación
de toda la sociedad y una orientación normativa sobre cómo se debe
realizarse el trabajo; vale decir, no es ética de ejercicio personal, sino es
una pensamiento más sistemático de cómo debe actuar el resto.
Los proyectos de
adaptación se caracterizan por escasas o nulas posibilidades de alterar las
condiciones del entorno social en que se inscriben, debido a la carencia de los
recursos necesarios para esto. Sean buenas o malas, se encuentra a merced de
las oportunidades que entrega el ambiente social, pues además se cuentan con
escasas capacidades agenciales para explotar y acumular beneficios de las
situaciones en que se encuentran. Los ámbitos de acción (familiar, personal y
laboral) se confunden entre sí. Los proyectos personales, familiares y
laborales carecen de visión de futuro, por lo que las estrategias están poco
desarrolladas, sin la presencia de cursos de acción concretos o elaborados.
El proyecto de
estabilización tiene ciertas posibilidades de mejorar las situaciones sociales
en que se encuentra, por lo cual busca mantener y potenciar aquellos elementos
que lo benefician para lograr responder a situaciones que puedan escapar
de su control. Estructuralmente se encuentran en
una situación compleja, pues no son profesionales o empresarios con tradición,
de modo que deben aferrarse a y conservar lo ganado (ya sea mediante la
educación, el emprendimiento y/o la iniciativa personal) en la sociedad. A
diferencia de los proyectos de adaptación, tienen estrategias más definidas; ya
sea formas de mejorar o estabilizar su empresa
o de conseguir mejores posiciones laborales (como capacitarse o terminar
de estudiar). Éstas se concentran en el
presente más inmediato y se confunden incluso con metas realizadas o apunto de
realizar, reflejando que no hay una proyección de futuro clara.
El proyecto de
modificación busca modificar las condiciones sociales, darle otra forma a la
sociedad, de forma de no enfrentarse continuamente a problemas y no tener la
necesidad de estabilizar situaciones o la necesidad de adaptarse. Existe una
diferenciación clara entre los ámbitos de acción e independencia entre ellos.
Las metas, expectativas y estrategias están diferenciadas, y además son
particulares para cada ámbito de acción. Finalmente existe una visión de futuro
más elaborada y construida a partir de etapas. Las clases altas construyen
proyectos que se enmarcan en este tipo.
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Wright,
E. O. (1994). Clases. España: Siglo XXI.
[1] Camila
Barraza, Daniel Castillo, Sebastián Link, Andrés Marconi, Sofía Montedónico,
Ignacio Sandoval, Daniela Soto y Constanza Vergara. Estudiantes de Antropología
Social, Universidad de Chile
* Este proyecto
fue dirigido por el profesor Andrés Aedo H. También participaron Francisca
Herrera, Esteban Nazal y Melinka Olivares. Finalmente, está dedicado a la
memoria de Amalia Herrera.
[2] Ese mismo año comenzó el
Proyecto Anillo Soc12 sobre desigualdades sociales y se consolidó el Centro de
Investigación en Estructura Social (CIES) de la Facultad de Ciencias Sociales
de la Universidad de Chile, quienes también consideran aproximaciones
metodológicas cualitativas.
[3] El ingreso autónomo, también llamado ingreso
primario, se define como todos los pagos que recibe el hogar como resultado de
la posesión de factores productivos. Incluye sueldos y salarios, ganancias del
trabajo independiente, la auto-provisión de bienes producidos por el hogar,
rentas, intereses, pensiones y jubilaciones. (MIDEPLAN, Encuesta CASEN 2009).
[4] Este postulado permite
comprender el problema del capitalismo en base a la contradicción central entre
trabajo y capital, cuyo fenómeno más claro es la dominación del segundo sobre
el primero; es decir, la explotación, relación que se traduce en la existencia
de una transferencia –y por lo tanto una apropiación- del excedente generado
por el trabajo –plusvalor- desde la clase trabajadora a la clase capitalista,
que le permite a ésta alcanzar niveles más altos de bienestar y poder económico
(Wright, 1989).